Algunos de mis sueños
siempre serán ventanas
de un tren al que
ya no subiré.
Algunos se quedaron
en ventanas opacas,
en paradas escondidas
detrás de una mirada
y una voz aterrada.
Otros fueron ventanas
que prometían primavera
pero no sobrevivieron
ni a una sonrisa.
Otros se quedaron
parados y abandonados,
en ventanas rotas
en forma de otoñales hojas.
Y otros nunca salieron
de ninguna estación.
No todos los sueños
vivieron.
No todos fueron soñados,
no todos ardieron
y no todos volaron,
ya cenizas al viento.
No todos fueron puertas
a las que pude llamar.
Y de esos, tampoco todos
abrieron.