Y esa niña tuvo un sueño.
Soñó que estaba despierta y que alguien iba a verla.
La niña soñó que abría la puerta y una sombra entraba, la cogía por las piernas y se la llevaba bosque adentro.
Pero no era un sueño y la niña no soñaba.
Y esa niña gritó y nadie la escuchó.
Y así murió.
Pero la niña soñaba y despertó.
Despertó, pero no supo que solo lo había soñado.
Nadie se lo dijo.
Y esa niña creció.
Y esa niña creyó que las pesadillas eran reales.
E intentó derrotarlas.
Pero estaba despierta y solo podría vencerlas en sueños.
Y solo en sus sueños tenía la fortaleza para hacerlo.
Pero tenía demasiado miedo para soñar.
Nadie le había enseñado a soñar ese tipo de sueños.
Nadie le enseñó a vivir la otra mitad de nuestra vida.
¿Aprendería algún día?