Hoy me he encontrado una paloma descansando en el suelo. Está muerta, me he dicho. Y he sentido mi corazón descender, mi alma en los pies, la tristeza de este día de finales gritando en mi cara.
Hoy me he encontrado una paloma descansando en el suelo. Está muerta, me he dicho. Y he sentido la acidez en el tórax, el raspar de la ansiedad que me desveló anoche, el miedo precedente al conocimiento astillando la piel.
Hoy me he encontrado una paloma descansando en el suelo. Está muerta, he comprendido. Y he deseado que no fuera así, sabiendo que no había otra forma, que esta vez era así.
Hoy me he encontrado una paloma descansando en el suelo. Está muerta. Así es, me he dicho. Y he escuchado, y he sentido cosas que no quería sentir y he comprendido cosas que no quería comprender.
Hoy me he encontrado una paloma descansando en el suelo. He reconocido que estaba muerta y he tenido que morirme un poco… Porque hoy me he encontrado una paloma en el suelo y por un momento me he mentido.
Porque hoy me he encontrado una paloma muerta y me he visto a mí ahogando, callando, y huyendo de cosas que debería saber aceptar.
Cosas como o del dolor.