Algunos esperan
que el cielo se parta,
escucharlo tronar
y que la tierra se abra,
todo con un sonido desquiciante
que parece
el grito del universo
al derrumbarse.
Pero no se parece en nada a eso.
Cuando algo terrible ocurre,
cuando las jóvenes flores perecen
y los corazones se rompen,
nace más silencio.
Algo se para.
Es imposible decir
El Qué,
pero de pronto,
todo está callado;
una melodía
– que nadie más
podía escuchar
– ha desaparecido.
Se ha marchado.
Y no volverá.